Insano delirio
del que quiere oler
las nubes colgantes.
Llamaradas de sol
me bañan la víscera
y los caudales del despertar
resuenan en mis huellas.
Si pudiera sentir la tripa del dolor,
quizás los chirridos instantáneos y seguros
serían más blancos,
sin embargo me quedo
con mi triste alegría,
porque me cubre la cabeza
de la lluvia demencial.
Un vuelo al día,
antes de respirar,
es bueno para el pie.
jueves, 8 de mayo de 2008
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